Entre Fragmentos

“La vida del hombre como comentario de un hermético e inconcluso poema" V.N.

¿Contra la postmodernidad?


Periodizar cualquier momento de la historia es conflictivo y, en gran medida, subjetivo. Contra la postmodernidad de Ernesto Castro, editada por Alpha Decay, ofrece un manifiesto en contra de las teorías postmodernas en el que sostiene, entre diversos motivos, que son insuficientes para explicar los cambios socio-económicos que emergen de forma patente tras la crisis y son sospechosas de ser cortinas de humo a la lógica capitalista que pretenden denunciar. Los puntos de partida de la obra son muy interesantes y enmarcan una discusión que, sin embargo, adolece de las mismas carencias que pretende denunciar.

¿Dónde situar la postmodernidad?

Antes de ofrecer mi lectura de la obra en cuestión me permito una subjetiva periodización. A modo de aproximación podríamos decir que a mediados del XIX la razón de occidente llegaba a su cenit con Hegel dando paso a las llamadas filosfofias de la sospecha encabezadas por las figuras de Nietzsche, Marx y Freud, autores que en los campos de la filosfoía, la economía y la psicología correspondientemente marcarían un giro en el devenir del pensamiento occidental marcando las grietas por donde la razón dejaría entreber algo que iba más allá de su propio control y que enfrentaba al hombre a una escición y fragmentación que conformaría al sujeto contemporáneo.

El yo ya no será el centro de la identidad del hombre, sino que esté será una parte, pequeña, de una serie de mecanismos que escapan al control consciente. Ideología, estructuras ecónomicas y el inconsciente condiciona al sujeto. La identidad queda fragmentada por unas fuerzas que influyen directamente sobre la consciencia.  Este sustrato, radicalizado con la barbarie de la Segunda Guerra Mundial llevó al agotamiento de la razón que buscó otras maneras de explicar el mundo.

Analíticos y continentales

Desde la escuela de Frankfurt  al postestructuralismo, que se importó a EE.UU. de la mano de teóricos americanos, se instauran dos grandes líneas filosóficas: la analítica, que presentaría la continuidad con el modelo neopositivista del Círculo de Viena y la continental, la estrictamente postmoderna que presentaría la ruptura con la razón y el intento de denunciar el logocentrismo occidental. La distinción se debe a Franca D’Agostini que en Analíticos y continentales analiza las diferencias entre ambas escuelas a las que sitúa en Inglaterra (analítica) y en el continente europeo (continental).

Contra la postmodernidad

La obra de Ernesto Castro parece situar al postmodernismo a partir de la década de los 70 y cita a Perry Anderson en una aproximación a dicha coyuntura: «La postmodernidad surgió de la constelación de un orden dominante ‘desclasado’, una tecnología mediatizada y una política monocroma».(P-13) A partir de este punto el autor intenta desmontar el imaginario postmoderno arguyendo la inadecuación con la realidad presente. Castro analiza como el postmodernismo se va desvinculando del discurso económico, del que, según él, es incapaz de dar cuenta, para acabar siendo engullido por el mismo discurso que pretende denunciar, con lo que, finalmente, no ofrece una visión adecuada a la realidad de los tiempos. Así, sostiene: «Lo radicalpostmoderno es el chivo expiatorio al que recurre un capitalismo con rostro humano que simula responsabilidad ecológica, cuidado de lo auténtico, filantropía para con el desvalido y respeto de las diferencias». (P-51)

Para Castro, el límite de las teorías postmodernas se halla en aquel límite «a partir del cual la teoría se convierte en una retórica cínica que, en su obsesión por interpretar la realidad, es incapaz de posicionarse en el espectro político y, en lugar de responder a la pregunta esencial, a saber, ¿a quien sirve mi discurso?, se dedica a balbucear tecnicismos y a establecer analogías conceptuales». (P-45). Como comentaba al inicio del post, como punto de partida la tesis es interesante, pero a medida que se avanza en el desarrollo de la misma se aprecian ciertas contradicciones en la exposición de las premisas. Castro utiliza técnicas postmodernas para criticar tanto el discurso postmoderno como su finalidad.

¿Acaso no muestra el autor cómo se ha construido el concepto-coyuntura de postomodernidad a partir de procesos históricos y acumulaciones metafóricas mostrando su carencia de validez, puesto que las condiciones en las que se da son históricas, relativas y sometidas a las paradojas de las figuras retóricas? ¿No es está la definición de la postmoderna deconstrucción?

De manera relacionada, otro de los puntos que me han llamado la atención es la «caricaturización» de los filósofos postmodernos que son descritos como personajes apoltronados en sus cátedras, incapaces de describir el mundo con un claro posicionamiento político y  como policías dogmáticos a la caza de lo absoluto-universal. La descripción no deja de tener un punto de humor pero banaliza la exposición y resulta chocante  en dos sentidos: no ofrece una alternativa a dichas teorías (sólo pretende desmontar/deconstruir su discurso) y, asimismo, reclama la necesidad de todo posicionamiento político que denuncie la lógica capitalista, pero lo hace a través de un canal capitalista.

Por eso (si no han leído la obra voy a desvelar parte de su conclusión final) afirma que «en nuestras sociedades desarrolladas el antagonismo de clases persiste detrás de la cobertura ideológica de un postmodernismo que postula la anarquía cultural y quiere situarse de un pistoletazo en un estadio social reconciliado donde todos podamos gozar con nuestro dildo de forma pueril e irresponsable. ¿Es el postmodernismo algo más que una cortina de humo al servicio de formas de vida recortadas a la medida del escaparte capitalista?». (P-101). Lo que chirría de la argumentación es que el formato en el que presenta la obra es también un formato que obedece a la lógica del consumo con lo que se podrían aplicar las mismas sospechas a la obra.

2 comentarios el “¿Contra la postmodernidad?

  1. Borja
    marzo 1, 2013

    Manifiesto póstumo de Charles Chaplin.

    ¿Saben?, siempre me ha resultado inquietante el afán atomizador de los seres humanos. Toda una tradición, la humana, rastreando entre los entresijos, en las vísceras de la naturaleza lo indivisible, la unidad, lo concreto. Todo ello, por el progreso humano. Y a decir verdad estoy más de acuerdo con los que piensan que no existe un conocimiento neutro, desinteresado, puramente científico. Creo con ellos, que en todo conocimiento hay una voluntad, un interés de control, de dominio de la naturaleza.

    Ya sabrán que da miedo la enormidad, el desamparo. Pero fíjense que paradoja. A estas alturas de la historia humana nos encontramos en un estado global, unidos por una red de redes, por un sistema que aboga por un esperanto, una ciencia, una economía, una cosmovisión… La aviación y la radio nos han acercado los unos a los otros. La naturaleza misma de estos inventos requería la bondad del hombre y reclamaba una fraternidad universal para la unión de todos. ¡¡Sin duda, una Torre de Babel líquida que se nos escapa entre los dedos!!.

    Estos “Tiempos Modernos” nos están dejando desamparados, desintegrados, sólos, incomunicados, hay quienes gritan “donde nadie oye mi voz”. Operarios dentro de la gran maquinaria desde donde nos increpan con eslóganes como el “¿qué puedes hacer por tú por tu país?” haciéndonos responsables de nuestro puesto de mando sin saber qué produce la Gran Empresa, sin saber quién es el “Gran Dictador”.

    Yo también siento nauseas ante todo esto. Ya se sostuvo que el bagaje histórico, que la lógica del capitalismo tardío se sostenía sobre dos patas; la técnica y la mercancía. Ambas patas ancladas en el paradigma de la ciencia positiva, que sólo valora, sólo da rango de real a lo que se puede medir, pesar y contar y eso sin duda es un reduccionismo interesado. ¡Ya ven! sistemas educativos al servicio de la instrucción de este dogma. Sin duda para no tomar conciencia y no poder cuestionarlo. Me recuerda a los elefantes circenses que se les ata a una pequeña estaca al suelo, desde cachorros, y por costumbre, desconocimiento y no tomar conciencia de su fuerza al ser adultos ya ni siquiera lo intentan. La verdadera realidad es de la que somos conscientes. ¡¡Tenemos más necesidad de espíritu humano que de mecanización!!. La verdadera fuerza humana es la conciencia colectiva, por eso nos atomizan, nos deshumanizan. Sin duda; de la conciencia nace la verdadera libertad.

    Yo soy un autor cómico porque considero que la vida ha de ser vista como chiste, una gracia, una comedia. Hay algo más determinante que la muerte, la vida, y no es sino porque con ella se nos da la muerte. La vida es una huida del presentimiento trágico del horror ante la muerte, de la nada. Buscamos emociones, sensaciones, queremos escapar del horror. Creo firmemente que es con la risa como descodificamos los miedos, los horrores del subconsciente. La risa nos hace consciente de la vida, de lo absurdo de la vida, de lo esperpéntico de la vida a través de la relación empática con el público haciéndonos conscientes unos a través de los otros, publicándolo, haciéndolo público, haciendo cosa-pública, haciendo república, ¡¡del pueblo y para el pueblo!!. Por eso juzgo al progreso de la ciencia como lo he hecho antes. Como una herramienta al servicio del dominio y control. ¡¡Dividamos y ganaremos!! Gritan algunos. ¡¡ que se odien y ganaremos!! Gritan otros. Yo digo que ese es su miedo, nuestro amor. Ése es el verdadero progreso humano. Algún día la paz y la concordia serán nuestras cadenas. … ¡¡uníos todos!! ¡¡Luchad por un nuevo mundo!!.

  2. gregorzamba
    abril 12, 2014

    Posmo detected. Las descripciones que hace Castro sobre «lo posmo» le entran al dedillo al escriba de este artículo, da vuelta alrededor de una «retórica cínica», cambiándose de bando de su reformismo hacía una posición «utópica anarquista», critica la lógica del consumo en cualquier manifestación, como si alguien pudiera estar fuera.

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Esta entrada fue publicada en enero 26, 2012 por en Libros, Sabios y etiquetada con , , , , , , , , .

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De la misma manera que el narrador de Pálido fuego apuntaba: nuestro poeta sugiere aquí que la vida humana no es sino una serie de notas a pie de página de una vasta y oscura obra maestra inconclusa,Entre Fragmentos nace como un espacio de reflexión interdisciplinar. Diego Giménez.
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