Basta mencionar a Nietzsche para tener presente la relación entre verdad e ideología. Este domingo, Rajoy se dirigió a toda España para decir que las reformas evitaron la intervención del país y que la línea de crédito no afectará al déficit y no habrán más recortes. Incluso llegó a decir que «hemos ganado todos«. Ayer el ministro de Economía se refería con términos de «ayuda financiera» para evitar la palabra ‘rescate’. La retórica de la mentira busca crear opinión allí donde escasea la correspondencia con la realidad. A tenor de lo que estamos viviendo no puedo dejar de pensar en los sofistas denunciados por Platón hace siglos.
Las palabras griegas sofós y sofía, que habitualmente se traducen por ‘sabio’ y ‘sabiduría’, significan en realidad el ‘experto o diestro’ y la ‘destreza o pericia’. El ‘saber’ designado por esas palabras no es tematizante; el conjunto de las designaciones griegas para ‘saber’ significan en griego ‘ser capaz de habérselas con’. En el origen del término ‘sofista’ se halla la designación del experto capaz de habérselas con algo. Con el giro antropológico de la filosofía helena en el V a.c., que pasa de la physis al hombre, el término adquiere un matiz peyorativo que Platón denunciará a través de Sócrates en diferentes Diálogos.
Para el filósofo de la Academia, los sofistas son comerciantes del saber que hacen de la razón una mera técnica para la discusión independientemente del contenido de verdad y de la moralidad de la tesis que se quiere defender. Defender tesis en función no del contenido de verdad sino del poder de persuasión es lo que deriva en escepticismo y relativismo.
Con los sofistas contemporáneos que hemos elegido parece darse una aporía. Ya que no son diestros ni en el arte de persuadir. No creo que haya nadie que se crea que no estamos en un rescate, salvo los medios de la caverna. Me refiero a la platónica, aunque la mediática está incluida, cuyos habitantes prefieren continuar viendo sombras a salir de la cueva.
En diciembre Soraya anunció la subida «temporal» de impuestos y se refirió a la misma como «el inicio hacia un paquete de medidas extraordinarias, no previstas, por la muy sustancialmente superior cifra de déficit prevista». Rajoy había prometido en campaña que no se subirían los impuestos. Por aquel entonces un vídeo que comparaba el anuncio de Soraya con Lisa Simpson ponía de manifiesto la dialéctica de la mentira. En el vídeo se ven argumentos similares a la hora de explicar recortes gubernamentales. En la ficción Lisa Simpson es la presidenta de los EE.UU. y ha de explicar recortes y subidas de impuestos ante un gran déficit y ha de «presentar» las medidas a la población para «suavizar el golpe».
Ante todo esto, si volvemos a Platón, ¿qué necesitamos? Más mayéutica socrática y menos retórica de la infamia. Para Sócrates, “la vida sin examen es indigna del hombre” (Platón, Apología, 37 a). Sólo si somos conscientes de nuestra ignorancia podremos buscar lo que no tenemos y, así, examinándonos, purificarnos del error. Por lo tanto, “me parece ver una forma de ignorancia muy grande, difícil y temida, que es equivalente en importancia a todas las otras formas de la misma” “¿Cuál es?” “Creer saber, cuando no se sabe nada. Mucho me temo que ésta es la causa de todos los errores que comete nuestro pensamiento” (Platón, Sofista, 229c).
Sobre todo «Con los sofistas contemporáneos que hemos elegido parece darse una aporía. Ya que no son diestros ni en el arte de persuadir.»
Sólo son diestros en la infamia
Fantástico artículo por «imprescindible». Compartido.
Gracias por el comentario Yolanda y por la difusión.