«Nuvens… Continuam passando, continuam sempre passando, passarão sempre continuado, num enrolamento descontínuo de meadas baças, num alongamento difuso de falso céu desfeito». [FP, LdD]
Las nubes asoman entre los edificios como una promesa siniestra. En el caso de Bernardo Soares, la vida en su totalidad se cimienta sobre un difuso y falso cielo deshecho construido a partir de la escritura y del desasosiego en una relación en la que no se sabe qué es causa de qué. En Pessoa la escritura no está cerrada. No hay certezas. Todos los textos, fragmentos y pasajes parecen entrar en un diálogo eterno unos con otros. Se complementan, se contradicen, se siguen y no se sabe dónde está el principio y dónde el final.
El poeta que no supo «creer en Dios» y que no pudo «creer en una suma de animales», se quedó, «como otros de la orla de las gentes, en aquella distancia de todo a la que comúnmente se llama la Decadencia». No es de extrañar que escribiera a un amigo que un determinado estado de ánimo le obligaba a escribir pero sólo fragmentos, fragmentos, fragmentos.
«Nuvens… Existo sem que o saiba e morrerei sem que o queira. Sou o intervalo entre o que sou e o que não sou, entre o que sonho e o que a vida fez de mim, a média abstracta e carnal entre coisas que não são nada, sendo eu nada também. Nuvens… Que desasocégo se sinto, que desconfôrto se penso, que inutilidade se quero!» [FP, LdD]
Entre lo imaginario del sueño y lo real de la vida, la escritura de Pessoa emerge como un nudo que lo acaba trascendiendo. Su obra no termina de no escribirse y en ese trascender el propio lenguaje consiguió, como señala Zenith en su introducción al libro, deconstruir el edificio occidental de la subjetividad cartesiana sin ningún martillo.
«Nuvens… São tudo, desmanchamentos do alto, coisas hoje só elas reais entre a terra nula e o céu que não existe; farrapos indescritíveis do tédio que lhes imponho; névoa condensada em ameaças de côr ausente; algodões de rama sujos de um hospital sem paredes. Nuvens… São como eu, uma passagem desfeita entre o céu e a terra, ao sabor de um impulso invisível, trovejando ou não trovejando, alegrando brancas ou escureando negras, ficções do intervalo e do descaminho, longe do ruído da terra e sem ter o silêncio do céu». [FP, LdD]
Estos harapos indescriptibles a la luz del tedio impuestos por el poeta son los fragmentos que, en el caso de Soares, son la crónica de los fracasos que para el escritor supone enfrentarse a lo real de la vida y en la que nunca parece estar satisfecho con lo que escribe, quizás porque nunca cesa de no escribirse.
Hoy miro por la ventana y veo a las nubes asomando en el horizonte urbano, entre el cielo y la nada de cemento. Oscurecen el semblante a las fachadas vecinas y no dejo de pensar en el poeta guarda libros. Atrincherado del mundo en su escritorio en la Baja de Lisboa siendo «el arrabal de una ciudad que no existe, el comentario prolijo de un libro que nadie ha escrito», siendo nadie, nadie. «El personaje de una novela por escribirse». Geometría del abismo.
«Nuvens… Continuam passando, continuam sempre passando, passarão sempre continuando, num enrolamento descontínuo de meadas baças, num alongamento difuso de falso céu desfeito». [FP, LdD]