Hoy he vuelto a esa extraña forma de atar cabos que me lleva por caminos inesperados que ganan sentido con el pasar de las horas en un vaivén que siempre me recuerda al río. El recorrido comenzaba esta madrugada con la lectura del estado de un conocido que, en Facebook, posteba una cita de los Diarios de André Gide:
«Me preocupa no saber quién seré; ni siquiera ser quién quiero ser; pero bien sé que hay que elegir. Querría andar por caminos seguros, que lleven solo allí adonde habría decidido ir; pero no sé; no sé lo que debo querer. Siento mil identidades posibles en mí; pero no puedo resignarme a no querer ser más que una. Y me asusto, a cada instante, a cada palabra que escribo, a cada gesto que hago, de pensar que es un rasgo más, imborrable, de mi figura, que se fija; una figura dudosa, impersonal; una figura cobarde, puesto que no he sabido elegir y delimitarla fieramente./ Señor, concédeme no querer más que una cosa y quererla sin cesar.»
Lo primero que pensé fue en Pessoa ya que precisamente esta semana leí un estudio de un crítico alemán, G.R. Lind, que habla de como el modernismo se sostiene, en muchos casos, sobre la imposibilidad de cerrar o terminar algo. Por eso el fragmento se presenta como una forma de hacer frente a esa imposibilidad. En un tiempo de incertidumbre, terminar algo sería la aporía de tener algo que decir siguiendo la norma de principio nudo y desenlace.
Arropado por la cita me fui a la cama pensando en Pessoa y en la imposibilidad que presenta para cerrar o terminar algo. Pocas horas después me levanté pensando En La Floresta de la Enajenación:
Sé que desperté y que todavía duermo. Mi cuerpo antiguo, molido de mi vivir, me dice que es muy temprano todavía… Me siento febril desde muy lejos… Siento sobre mí mi pesar, no sé por qué…
El fragmento fue el primer trecho de los 12 que Pessoa publicó en vida como parte del Libro del Desasosiego, un libro que nunca terminó y que proyectó de diversas maneras. El texto, publicado en 1913 y que pertenece a una primera fase de escritura del libro marcada por el decadentismo, hace referencia, entre muchos temas, al abismo que se abre entre la irrealidad de la vida y la realidad del sueño en forma de floresta:
¡Oh felicidad descolorida!… ¡Lo eterno está en el bifurcarse de caminos!… Yo sueño y por detrás de mi atención alguien sueña conmigo… Y tal vez yo no sea sino un sueño de Alguien que no existe…
El eterno bifurcarse de caminos. Cuando aún estaba en Barcelona, había semanas en que la única visita que recibía era la de A., que matizaba la soledad que se había hermando conmigo, enseñándome portugués a través de Pessoa. En una de las clases leímos el fragmento y recuerdo que le dije que el pasaje me recordaba a un poema de Robert Frost:
TWO roads diverged in a yellow wood,
And sorry I could not travel both
And be one traveler, long I stood
And looked down one as far as I could
To where it bent in the undergrowth; 5Then took the other, as just as fair,
And having perhaps the better claim,
Because it was grassy and wanted wear;
Though as for that the passing there
Had worn them really about the same, 10And both that morning equally lay
In leaves no step had trodden black.
Oh, I kept the first for another day!
Yet knowing how way leads on to way,
I doubted if I should ever come back. 15I shall be telling this with a sigh
Somewhere ages and ages hence:
Two roads diverged in a wood, and I—
I took the one less traveled by,
And that has made all the difference.
Poco después de la extraña relación llegué a la facultad. Entré en el despacho y el newsletter del NewYorker anunciaba un artículo sobre Frost, ayer hizo cincuenta años que fallecío. Entre otros poemas resaltan:
“The woods are lovely, dark and deep. / But I have promises to keep, / And miles to go before I sleep, / And miles to go before I sleep.”
Y ya de vuelta, enlazo cabos y palabras pensando que quizás haya tomado el camino menos transitado y que quizás eso marque la diferencia y que a pesar de que el bosque sea oscuro y pueda devolver la mirada… aún quedan promesas por cumplir y mucho por hacer antes de dormir.
Los primeros dos trechos tienen mas en comun que el tercero. El poema de Robert Frost es sobre las decisiones en la vida.
Gracias por el ‘feedback’ llammert. Tienes razón. El post es un recorrido muy subjetivo. Saludos.